¿Por qué mi gato muerde y da patadas?

Todo aquel que haya convivido con un gato, sabe lo extremadamente afectuosos y buenos compañeros que son. Pero pese a ello, seguramente no es la primera vez que se da la situación en la cual estás tranquilamente acariciando a tu gato y este empieza a morderte, agarrarte la mano fuertemente con sus garras y a darte patadas furiosamente, como si  se tratase de una lucha.

Esta situación genera mucho desconcierto en muchos propietarios, y da argumentos a favor de aquellas personas que creen que los gatos son animales ariscos y poco cariñosos. Aun así, como verás en este artículo, hay una explicación a por qué tu gato te muerde y da patadas, y entender este comportamiento será de vital importancia para la convivencia armoniosa con tu peludo.

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El mordisco, así como también las patadas, forman parte del comportamiento natural del gato desde que este es cachorro. Y es que, esta conducta que ejercen los cachorros jugando, sirve como un entrenamiento para cuando sean adultos y tengan que cazar y defenderse. Por lo tanto, durante esta etapa, se trata ni nada más ni nada menos de un juego y, por lo tanto, no es una conducta agresiva.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando este comportamiento se alarga durante demasiado tiempo? Lo cierto es que no es extraño que los gatos domésticos adultos jueguen o muestren este comportamiento pese a no ser cachorros, pues el juego les proporciona una estimulación necesaria similar a la que tendrían cazando en estado salvaje. En cierta forma, los gatos domésticos que han sido criados con humanos desde pequeños, conservan muchos comportamientos de cachorro, como el mencionado juego, o el pedir que les demos de comer similar a como se lo pedirían a su madre.

Sin embargo, cuando el gato muerde y da patadas dolorosas y sin previo aviso, es sin duda preocupante, pues muchos propietarios se plantean si sus gatos no les quieren o si son agresivos. Ahora bien, lo cierto es que en la mayoría de veces, nos encontramos ante un problema de aprendizaje.

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Es decir, cuando esta conducta se ha vuelto problemática suele suceder porque la forma de actuar con tu gato cuando este era cachorro no ha sido la más adecuada, no se le ha enseñado a inhibir la mordida, e incluso, se le ha incitado a que juegue de este modo, pues al ser un cachorro, es gracioso. Pero ahora que el gato es adulto, lo que antes eran mordiscos y patadas graciosas e inofensivas, se han vuelto un problema. Además, también suele ser un agravante el hecho que el gato haya sido separado prematuramente de su madre y hermanos, pues gracias a la interacción con estos, el cachorro aprende a no morder de forma desproporcionada, ya que poco a poco se da cuenta de que hace daño.

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Sea cual sea la situación planteada en este artículo, debes entender que el gato no realiza la agresión con maldad. Es decir, en caso que haya realizado un mal aprendizaje, este lo hace porque no sabe que te hace daño. Y si la agresividad la realiza porque se encuentra molesto contigo o tiene miedo, realiza dicha conducta con la intención que te alejes de él, y lo más seguro es que se marche si no se encuentra acorralado. Por lo tanto, debemos insistir en que NUNCA hay que reñir ni maltratar físicamente a un gato, pues a parte de que es cruel, solo lograremos que este nos tenga miedo, agravando seriamente el problema.

1. Quédate quieto

En caso que se dé la situación de que tu gato te muerda, aferrándote fuertemente con sus garras y dándote patadas con sus patas posteriores, deberás armarte de paciencia y permanecer completamente inmóvil. Contrariamente, cualquier movimiento que realices, solo le exaltará más y, por este motivo, le invitará a continuar jugando o se lo tomará como una amenaza en caso que tenga miedo.

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2. No le hables ni le acaricies

Además, será contradictorio que le hables, pues se lo puede tomar como algo positivo, y mucho menos que lo acaricies. En este caso, lo más recomendable es que reacciones diciendo un “¡ay!” y parar el juego, de este modo aprenderá que cada vez que muerde fuerte se acaba la diversión, y aprenderá a jugar de forma más proporcionada del mismo modo a como lo aprendería con su madre y hermanos de cachorro, pues cuando estos juegan entre ellos y se muerden demasiado fuerte, rápidamente reaccionan mostrando dolor y alejándose.
Cabe señalar que no es recomendable jugar con nuestro gato con las manos, pues este tiene que estar todo el rato mesurándose. Por esta razón, debes ofrecerle a tu gato juguetes con los que poder realizar esta conducta a gusto y cansarse, como peluches o cañas, de modo que ya no se sentirá tentado a hacerlo contigo.

3. Entiende a tu gato

Si tu gato te muerde y da patadas al acariciarle debido a que no tolera las caricias, ya sea porque en ese momento prefiere estar solo o nos tiene miedo, será importante que sepas interpretar su lenguaje corporal para saber cuándo está más o menos receptivo. Si empiezas conociendo sus límites y evitando los excesos, ya habrás realizado un paso muy importante, pues muchos gatos a largo plazo se pueden volver realmente ariscos y reacios al contacto humano si no sabemos entenderlos y los tratamos, literalmente, como peluches.

4. Deja que él se acerque a ti, y no al revés

Seguidamente, deberás cambiar tu forma habitual de interaccionar con él. Por esta razón, para empezar a construir un vínculo de confianza, deja que sea tu gato quien empiece la interacción contigo, pues de este modo, sabrás que cuando este se acerca a ti por propia voluntad, es porque realmente está interesado en que le hagas caso. Puedes incluso tratar de motivarlo con algún premio, es decir, trabajar el refuerzo positivo en gatos, ya que de esta forma te asociará con algo positivo y dejará a un lado las experiencias negativas que haya podido tener en un pasado.

5. Acaríciale en la cabeza y la espalda

Por último, cuando le acaricies, deberás hacerlo siempre con suavidad y lentamente, evitando las zonas las cuales no les gusta que les toquen, como el vientre o las patas. Preferiblemente, acaríciale la parte superior de la cabeza y, progresivamente (a medida que veas que a tu gato no le molesta el contacto humano), ve recorriendo la espalda, pues es donde la mayoría de gatos les encanta que les rasquen.

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